A día de hoy, afortunadamente, son muchas las personas sensibilizadas con nuestros compañeros no humanos, y que, en la medida de lo posible, tratan de ayudarles en situaciones difíciles. Desgraciadamente, no todo el mundo dispone de información sobre lo que se debe o no hacer en determinadas ocasiones, y ese desconocimiento puede acarrear consecuencias fatales para ese animal en apuros, como ya sucedió, por ejemplo, con un pollito de mirlo cuyo destino, al caerse del nido, fue dar con un joven que, pese a su buena voluntad, desafortunadamente, no supo procurarle los cuidados necesarios y no pudo salvar su vida.
Quizá son bastante comunes los casos de este tipo, cuando en época de nidos es frecuente la aparición de pollos que aún no han aprendido a volar, convirtiéndose en seres especialmente vulnerables ante cualquier depredador u otros muchos factores como atropellos o fenómenos atmosféricos adversos. Sin embargo, es menos frecuente que en lugar de encontrarnos a un pajarito o a un cachorro de gato en peligro, sea a un delfín, a una ballena o a cualquier otro mamífero marino al que hallemos luchando incansablemente por su vida. Pero eso no quiere decir que no suceda y que estos seres tengan menos derecho a recibir nuestra ayuda por el mero hecho de no ser animales que interactúen habitualmente con los humanos. La cuestión, en base precisamente a la menor probabilidad de toparnos con una especie de estas características, es que por lo general la población sea totalmente ignorante al protocolo a seguir en caso de avistar un varamiento, para que ni ellos ni nosotros veamos nuestra integridad en serio peligro.
Un varamiento es la aparición de una especie acuática, comúnmente delfines o ballenas, que quedan encalladas en zonas de fácil acceso a los humanos, como playas. Pero antes de continuar hablando sobre lo que debemos o no hacer, creo apropiado explicar brevemente los motivos por los cuales los cetáceos se quedan en ocasiones varados en las playas. Es conveniente saber que no necesariamente el animal ha de estar vivo cuando nos lo encontramos encallado, ya que en ocasiones es producto de la corriente marítima, que arrastra el cuerpo después de haber muerto por diversos factores que trataremos de enumerar más adelante. Lo más importante es actuar rápidamente en caso de que el animal se encuentre con vida. Pero este tipo de desafortunados incidentes no siempre suceden por el mismo motivo. Hay diversos factores que pueden ocasionarlo, por lo que existen varios tipos de varamientos, clasificados según distintos factores:
Por el número de individuos: pueden ser individuales o masivos. Individuales, cuando es un único ejemplar, y masivos, cuando son muchos, pudiendo llegar incluso hasta el centenar. Precisamente uno de estos varamientos tuvo lugar hace apenas un mes, en la costa asturiana, cuando ocho de las veinte ballenas piloto no pudieron sobrevivir después de quedar encalladas en la orilla. Estos sucesos pueden ocurrir debido a la enfermedad o desorientación de la ballena “líder”, que como su propio nombre indica, es la que se encarga de dirigir a las demás, lo que provoca el fatal desenlace en el caso de que este animal sufra algún problema.
Otro motivo por el cual se producen estos varamientos es según la intención de los propios cetáceos. En ocasiones, se acercan intencionadamente a la costa para alimentarse de algún animal, o pueden suceder accidentalmente: cuando esto ocurre, suele deberse a la desorientación, aunque hay otros eventos fortuitos que pueden actuar como desencadenantes. Por ejemplo, un cambio repentino en las mareas.
Son dos los motivos principales por los que algunas especies acuáticas acaban encalladas en la orilla del mar, y éstas son causas naturales o causas antrópicas. Las causas naturales se deben a la muerte del animal, ya sea por vejez, enfermedad, intoxicación, ataques de depredadores, abandono de crías o factores ambientales, entre otros. Como ya habíamos comentado en líneas anteriores, es la propia fuerza marítima la que se encarga de desplazar el cuerpo inerte del cetáceo hacia la orilla. Por otro lado, tenemos las causas antrópicas. Estas son las provocadas por la acción humana, las que deberíamos evitar por todos los medios: atrapamiento en mallas u otros artilugios de pesca, intoxicación debido a las miles de toneladas de basura que vertemos en mares y océanos, y más ahora con la actual pandemia y los residuos que generamos, la inanición al verse reducida su alimentación por un exceso de pesca, la contaminación por petróleo u otros vertidos tóxicos, el tráfico de especies con fines lucrativos… Son muchas las maneras en las que todos podemos colaborar para reducir las causas que provocan la muerte prematura de la fauna marina, comenzando por un consumo moderado, y continuando con una responsabilidad en cuanto a nuestros residuos. Debemos ser plenamente conscientes de las consecuencias nefastas que puede acarrear el hecho de tirar un envase de yogur al mar, una pila, una mascarilla o cualquier tipo de basura que pueda acabar en el estómago de algún animal.
Precisamente, siguiendo el hilo de la suciedad generada por el ser humano, no hace mucho fue hallado el cadáver de un pingüino, cuya muerte había sido provocada tras ingerir una mascarilla. ¿Cuántos animales no morirán por esta causa? Podemos dar una respuesta aproximada a esta pregunta, ya que son alrededor de 100.000 vidas de cetáceos y tortugas las que cuesta al año, a nivel global, la irresponsabilidad humana, bien sea por dejadez, egoísmo o lucro.
Pero con las buenas intenciones no basta cuando se trata de ayudar a un animal en riesgo. Es muy importante también conocer el protocolo que se debe seguir si un día nos encontramos con un cetáceo varado. Lo primero es que, aunque en ese momento nos pueda parecer lo más conveniente, no debemos tratar de mover al animal. Se encuentran en situaciones altamente estresantes y no conocen el contacto con los humanos, por lo que podríamos acarrearles una situación mucho más desagradable e, incluso, nuestra integridad física podría verse seriamente afectada. No olvidemos que son animales salvajes, están asustados y no nos conocen. Tampoco deberíamos devolverlos al mar. No importa que sea un pequeño animal, como una tortuga, lo cual nos resultaría sencillo, ya que antes es necesaria la valoración de un experto, pues es probable que en ese momento el ejemplar en cuestión no pueda valerse por sí mismo y necesite urgentemente atención veterinaria. En el caso de las mencionadas tortugas, en ocasiones las podemos ver dando vueltas en la arena. Algo que nos resulta incomprensible puede tratarse simplemente de un tanteo del terreno para comenzar en la construcción de su nido. No las molestes y aléjate, y si no tienes la certeza de que se trate de este motivo, avisa al 112 y espera a recibir instrucciones de un experto.
Por supuesto, jamás te acerques a ningún animal con la intención de fotografiarlo, hacerte selfies junto a ellos, etc. ya que ha sido tristemente comprobado que esto acarrea consecuencias fatales para los animales. Para más información, no olvidemos el aberrante caso del pequeño delfín que se acercó a la orilla de una playa en Argentina, y que perdió la vida tras ser manoseado y fotografiado por decenas de bañistas que, finalmente, tras haber logrado su objetivo de convertirse en “protagonistas” de las redes sociales a costa de la vida de una criatura indefensa, decidieron dejarlo abandonado en la arena. Desgraciadamente este no es un caso aislado. Otro delfín, en esta ocasión en una playa de la costa mediterránea, falleció tras el estrés al que fue sometido por varias personas que, al verlo en la orilla, lo persiguieron, sacaron fotos e, incluso, llegaron a taparle el orificio que le permite respirar. No podemos olvidar tampoco el caso del individuo que dejó caer todo el peso de su cuerpo sobre un pez luna, causándole la muerte, sin que nadie hiciera absolutamente nada por evitarlo, aunque en esta ocasión no se trató de un animal que se hubiera quedado varado, si no que este individuo lo sacó expresamente del agua para llevar a cabo tan vil acción.
Afortunadamente, no todos los seres humanos son desalmados como los protagonistas de los mencionados casos, y hay quienes realmente quieren ayudar. Lo mejor de todo es que es mucho más sencillo de lo que pueda parecer en un principio: una llamada. Sólo con ese acto tan común podemos hacer mucho. Puesto que la mayor parte de la población no somos expertos en tratar casos de esta índole, lo más conveniente es, sin duda, ponerlo en conocimiento de quienes realmente pueden ayudar a que la desventura de estos animales cuente con un final feliz. Sin demora, por favor, avisa al 112. Ellos se encargarán de ponerse en contacto con la red de varamientos o con el equipo de emergencias del medio marino de la comunidad autónoma en la que se esté produciendo el suceso, quienes pondrán en marcha un protocolo diseñado precisamente para este tipo de situaciones. Es importante que les proporciones todos los datos que conozcas, como por ejemplo si se trata de animales de gran tamaño, y la zona exacta en la que se encuentran. A poder ser, facilita un número de contacto y, si es posible, trata de evitar que personas o mascotas se acerquen a estos animales mientras los expertos llegan al lugar. Si consideramos que la llegada del equipo de emergencias está siendo excesivamente tardía, podemos acercarnos a los ejemplares, única y exclusivamente para hidratar su cuerpo con agua salada, evitando que entre por el espiráculo, y hacer una especie de “ sistema de sombra” a su alrededor. En el caso de que, desgraciadamente, existan especies ya fallecidas, estos expertos se encargarán de que les sea realizada una necropsia, para así conocer las causas que provocaron su muerte. Si surge el avistamiento de una tortuga con un anzuelo en la boca, no debemos retirárselo, ya que podemos causarle un daño mayor. Tampoco si lo que le está causando un problema es una red o similar que le comprima la aleta. Debe ser un veterinario experto en este tipo de animales el que se encargue de hacerlo. En caso de que sea necesario trasladarla, lo haremos cogiéndola por el extremo anterior y posterior del caparazón. Tampoco estamos exentos de que, en lugar de encontrarnos a un cetáceo varado, lo que tengamos sea a un cetáceo a punto de varar. En ese caso, es importante tratar de mantenerlo a flote, sin que llegue a tocar la arena, y siempre por la zona ventral de la cabeza, evitando el contacto con la zona genital o anal, que son extremadamente sensibles, y prestando especial atención y cuidado a sus aletas pectorales al manejarlo. Tal y como ya hemos mencionado, lo primordial es ponerse en contacto con los expertos, y seguir al pie de la letra sus instrucciones. Para finalizar, facilito algunos números de teléfono importantes a la hora de encontrarnos una situación de ésta índole:
112: número general de emergencias para todo el territorio español
EUSKADI-PAÍS VASCO: AMBAR Tel. 656 71 96 86
CANTABRIA: INSTITUTO ESPAÑOL DE OCEANOGRAFÍA Tel. 942 27 50 33
ASTURIAS: UNIDAD ZOOLOGÍA UNIVERSIDAD OVIEDO Tel. 985 10 48 20
GALICIA: CENMA Tel. 608 08 16 08
CATALUÑA(BARCELONA): CRAM Tel. 93 752 45 81
ANDALUCÍA (CÁDIZ): CEGMA DEL ESTRECHO Tel. 956673835 – 697958785
ANDALUCÍA (HUELVA): CREA-CEGMA DEL ODIEL Tel. 671 56 90 81
ANDALUCÍA(MÁLAGA) AULA DEL MAR (CREMA) Tel. 952 22 92 87
ANDALUCÍA (ALMERÍA) EQUINAC Tel. 690 01 27 60
BALEARES (Mallorca): 112 o PALMA AQUARIUM Tel. 670 50 33 47
COMUNIDAD VALENCIANA (Valencia): ARCA DEL MAR (OCEANOGRAPIC) Tel. 96 047 06 47
MURCIA: EL VALLE Tel. 968 17 75 00
CEUTA: CECAM Tel. 639 10 23 31
CANARIAS: RED DE VARAMIENTOS DE CANARIAS Tel. 699 692 494
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